viernes, 14 de enero de 2011

Voces contra la mercantilización

Exámenes, que asco, largas horas de reclusión, amplios dolores de cabeza, nervios a flor de piel, joder, hasta se me esta hinchando una vena en el cuello de todo el estrés acumulado. Ya no aguanto más.... Siii, ya sé que todo esto me pasa por no ponerme a estudiar todo mucho antes, pero ya se sabe, al principio todos son buenos propósitos, pero a la hora de dar el callo verdaderamente te acuerdas de cosas tan estúpidas como pensar que incluso puedes tener vida social (no tengo remedio).
A mi todo este periodo de tensión me hace replantearme que es lo que hago en la universidad, y si me merece la pena aguantar todo esto por disfrutar de la oportunidad que esta me brinda.

Si preguntáramos a los estudiantes por el motivo por el que cursan sus estudios universitarios seguro que nos quedábamos atónitos por las respuestas que podríamos recibir. Seguro que no nos faltarían contestaciones de algunos mendrugos de trentaitantos años que están en segundo de carrera (cuya idea de universidad sabemos perfectamente).
Pero lo que estoy seguro que no nos faltaría es un gran número de respuestas de chavales que afirman asistir a la universidad para labrarse un buen futuro laboral es decir, pa ganar más pelas (o para no acabar durmiendo debajo de un puente viendo como van las cosas)
Sin embargo, ¿cuál es el verdadero sentido de la universidad? ¿acaso no es formarse interiormente? ¿acaso no es conocer nuevas gentes que puedan influirnos en nuestra forma de vivir? acaso no tiene que ver el poder fundamentar nuestras ideas, o cambiarlas por otras mejores? A la vista de las circunstancias parece ser que no.


Y ahora la pregunta que se plantea tiene que ver con el porqué, el porqué las personas hemos relegado nuestra culturización hasta el punto de venderla por un futuro (pero de ninguna manera asegurado) curro mejor, que nos permita la ansiada meta de tener el BMW más caro, mas grande y mas todo del vecindario en el que gastes la triste existencia, o simplemente por intentar ganarte la puta miseria y huir del terrorífico paro que día a día no acecha.

Durante años las universidades han sido vistas por ciertas personas de la misma manera que en los dibujos animados el gato hambriento se imagina la cabeza de una persona como un pollo asado, solo que en este caso, en vez del ave, aparecen fabricas de formación de curritos. Por ello, las empresas no han escatimado medios para ir pasito a pasito haciéndose un hueco en los centros universitarios, y así controlar que se traten los fines que ellos desean en lugar de cumplir el objetivo previamente previsto de hacer pensar a los jóvenes (practica cada vez menos habitual)

Enhorabuena señores empresarios, lo han conseguido, han logrado no solo entrar en las universidades, sino lo que es más complicado (y a la vez más efectivo) han logrado entrar en las mentes de la juventud y asociar el termino conocimiento con el termino trabajo…objetivo conseguido.

Volviendo al inicio del tema, a mi pregunta sobre si renta verdaderamente el estudiar en la universidad y pasar el calvario de exámenes, trabajos, estrés, etc, la respuesta es que sí. Aunque solo sea por demostrarles a estos indeseables que todavía queda vivo y estudiando un triste gilipollas de esos que todavía creen en una universidad en la que solo tenga cabida el conocimiento.

2 comentarios:

Ursula dijo...
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Piotr dijo...

No puedo estar más de acuerdo contigo Isauc. Como estudiante universitario me he planteado también las preguntas que formulas.

Somos pocos ya los que vamos a la universidad, no con propósitos laborales ni con vistas a un futuro más halagüeño, sino con la simple intención de saciar nuestra sed de conocimiento. Los valores que antaño identificaban a esta entidad han sido sustituidos por otros que fomentan la competitividad, el sacrificio, y en definitiva, la obtención de un beneficio. La universidad se ha supeditado a los mercados. Prueba de ello, más que evidente, es el Plan Bolonia, que hace las delicias de los empresarios que solo tienen tienen que abrir el redil para que entremos como ovejas. Ese centro de intercambio de conocimientos ha pasado a ser una academia de adiestramiento de curritos que se sentirán tremendamente orgullosos si llegan al menos a becario, ya que pensarán que viendo como están las cosas no les ha ido tan mal.

Pero lo que más me inquieta de todo es la actitud pasiva del profesorado. Se limita a seguir las directrices que les imponen: cronogramas ajustadísimos, constantes referencias al mundo laboral... Y es que claro, quién se va arriesgar a perder un puesto de trabajo, que, admitámoslo, es uno de los más prestigiosos y díficiles de alcanzar. Pues nada, a apechugar con lo que hay. Eso pensará más de uno.

Mientras tanto, aquí seguiremos los ilusos que creemos que con el saber no se trafica ni se aplica de forma tan mercantilista. Porque es patrimonio de todos y nuestro deber es que no se corrompa.

Por último, ¿renta estudiar en la universidad? Pues sí, si eres selectivo con la información que te transmiten. Se trata de intentar liberar el conocimiento, no solo en cuanto a su dispersión, sino en la forma en la que se encuentra oprimido y dominado en nuestra sociedad. Se trata, en última instancia, de ser crítico con todo cuanto te rodea.

Aún recuerdo aquella etapa de mi vida en la que solía decir que mi mayor aspiración era ser útil en la sociedad: ¿en qué sociedad?, ¿en una en la que tú no tienes voto?, ¿en una en la que para hacerte oír tendrás que sacar el talonario?, ¿una en la que tu esfuerzo reportará más a otros que a ti mismo?

Cuanta ingenuidad...