martes, 25 de enero de 2011

Anarquistas dentro del estado

     
                                
El otro día, un compañero de universidad, mientras ambos discutíamos acerca de la importancia y necesidad de lo que hoy conocemos como estado, me preguntó por qué, si tanto lo detestaba, seguía aceptando la educación que este me proporcionaba.

Este comentario me dejó por los suelo, no porque me hubiera hecho ver una indudable verdad, sino por la lástima que invadió mi cuerpo al oír esas palabras. ¿Es que realmente tengo alguna opción?, ¿acaso se me presenta la posibilidad de elegir otro tipo de educación universitaria, que no esté controlada por el estado o en su defecto por un empresa privada?

¿Qué pasa entonces?,¿ que todas aquellas personas que nos mostramos contrarias al estado y al modelo de encomia capitalista no tenemos derecho a recibir una buena educación?.
Eso es exactamente lo que les gustaría a muchos. La exclusión del que piensa diferente (le digo a mi compañero), no es una nueva aportación tuya, es una práctica que (por desgracia) lleva repitiéndose en innumerables ocasiones a lo largo de la historia.

Me niego a renunciar de ninguna de las maneras a este derecho que el pueblo ha ido conquistando tras infatigables luchas, a pesar de que sea acaparado por organismos que de ninguna manera acepto y tolero. No estamos hablando de dejar de lado algo insustancial, estamos hablando de renegar de una cosa tan importante como es la formación intelectual de las personas, únicamente por el hecho de mostrarse crítico con la gestión que de ella se realiza.


Bien me gustaría que todo cambiara, y que la educación fuera gestionada por el pueblo y para el pueblo (sin las lacras que suponen el estado y las empresas) en aras únicamente del conocimiento; pero esto (también por desgracia) es lo que tenemos que vivir en estos días, y lo que toca únicamente es seguir luchando por intentar lograr el cambio, y esta lucha empieza por formarse intelectualmente , por aprender de los errores del pasado, y así construir un nuevo modelo que se torne mejor para el conjunto de la sociedad.


Lo triste no es que este chaval con el que discutía piense que no soy congruente con mis ideales por recibir una educación que se encuentra en manos estatales, lo triste es que él intente limitar el conocimiento a solo aquellas personas que siguen ciegamente al rebaño.


jueves, 20 de enero de 2011

Funesto epitafio de la soberanía

¿Soberanía?, me descojono, como podemos seguir hablando de soberanía en las circunstancias en la que estamos.
¿Qué pasa?, ¿que aquí nadie ve los telediarios?, ¿nadie abre un maldito periódico? (no digamos ya coger un libro)

Soberanía es una palabra carente de todo contenido real, una luz que apreciamos en el ambiente pero de la que no podemos averiguar su procedencia.
Soberanía solo es lo que estudiantes de políticas se empollan para un examen sobre Rousseau o Montesquieu. Soberanía no es nada.

Y ahora os preguntareis, ¿Cómo es que no tenemos soberanía?, muy sencillo, hace ya tiempo que la vendimos. Si, dentro de este mundo en el que todo parece ser susceptible de venta (educación, sanidad, cultura, etc), a nosotros nos dio por vender nuestra soberanía. No digo ya nuestra soberanía como individuos (la cual se encuentra en manos de empresas, gobiernos, e intereses en general), sino también la tan valorada por algunos, soberanía del estado. Y los más gracioso de todo es que la vendimos sin ni siquiera darnos cuenta.

Un buen día una serie de instituciones nos ofrecieron la luna en forma de un mayor desarrollo para el país, y de repente nos vimos avanzando como borreguitos hacia el resplandeciente brillo que esta emitía, encontrándonos ahora con que vivimos sumidos en la más absoluta dependencia de las decisiones que tomen.

Para los que hayan aguantado leyendo hasta aquí y piensen que todo esto es solo un “paja mental” de otro” rojo tocapelotas” de los tantos que hay, les insto a que echen una miradita de reojo a la realidad que nos rodea


Sin nuestro (sin duda alguna) excelentísimo presidente y la cuadrilla de esbirros que le acompaña decidieran tomar alguna medida que afecte a los intereses de nuestro país, de repente aparecerían una serie de personajillos que les dirían: tsss, que la Unión Europea no deja hacer esto, tsss, que el FMI no permite hacer lo otro, tsss, que esto no está permitido por los mercados (que jamás podre saber qué coño son de verdad), y así un largo etcétera.

Y ya rizando el rizo, no solo no nos permiten hacer una serie de cosas (que se presuponen nuestras), sino que nos obligan a hacer lo que ellos consideran mejor para nosotros. Es alucinante.

Y ahora que me venga alguno de estos ególatras eruditos sobreculturizados y se ponga a hablarme de soberanía, que bien sabe dónde voy a mandarle.

viernes, 14 de enero de 2011

Voces contra la mercantilización

Exámenes, que asco, largas horas de reclusión, amplios dolores de cabeza, nervios a flor de piel, joder, hasta se me esta hinchando una vena en el cuello de todo el estrés acumulado. Ya no aguanto más.... Siii, ya sé que todo esto me pasa por no ponerme a estudiar todo mucho antes, pero ya se sabe, al principio todos son buenos propósitos, pero a la hora de dar el callo verdaderamente te acuerdas de cosas tan estúpidas como pensar que incluso puedes tener vida social (no tengo remedio).
A mi todo este periodo de tensión me hace replantearme que es lo que hago en la universidad, y si me merece la pena aguantar todo esto por disfrutar de la oportunidad que esta me brinda.

Si preguntáramos a los estudiantes por el motivo por el que cursan sus estudios universitarios seguro que nos quedábamos atónitos por las respuestas que podríamos recibir. Seguro que no nos faltarían contestaciones de algunos mendrugos de trentaitantos años que están en segundo de carrera (cuya idea de universidad sabemos perfectamente).
Pero lo que estoy seguro que no nos faltaría es un gran número de respuestas de chavales que afirman asistir a la universidad para labrarse un buen futuro laboral es decir, pa ganar más pelas (o para no acabar durmiendo debajo de un puente viendo como van las cosas)
Sin embargo, ¿cuál es el verdadero sentido de la universidad? ¿acaso no es formarse interiormente? ¿acaso no es conocer nuevas gentes que puedan influirnos en nuestra forma de vivir? acaso no tiene que ver el poder fundamentar nuestras ideas, o cambiarlas por otras mejores? A la vista de las circunstancias parece ser que no.


Y ahora la pregunta que se plantea tiene que ver con el porqué, el porqué las personas hemos relegado nuestra culturización hasta el punto de venderla por un futuro (pero de ninguna manera asegurado) curro mejor, que nos permita la ansiada meta de tener el BMW más caro, mas grande y mas todo del vecindario en el que gastes la triste existencia, o simplemente por intentar ganarte la puta miseria y huir del terrorífico paro que día a día no acecha.

Durante años las universidades han sido vistas por ciertas personas de la misma manera que en los dibujos animados el gato hambriento se imagina la cabeza de una persona como un pollo asado, solo que en este caso, en vez del ave, aparecen fabricas de formación de curritos. Por ello, las empresas no han escatimado medios para ir pasito a pasito haciéndose un hueco en los centros universitarios, y así controlar que se traten los fines que ellos desean en lugar de cumplir el objetivo previamente previsto de hacer pensar a los jóvenes (practica cada vez menos habitual)

Enhorabuena señores empresarios, lo han conseguido, han logrado no solo entrar en las universidades, sino lo que es más complicado (y a la vez más efectivo) han logrado entrar en las mentes de la juventud y asociar el termino conocimiento con el termino trabajo…objetivo conseguido.

Volviendo al inicio del tema, a mi pregunta sobre si renta verdaderamente el estudiar en la universidad y pasar el calvario de exámenes, trabajos, estrés, etc, la respuesta es que sí. Aunque solo sea por demostrarles a estos indeseables que todavía queda vivo y estudiando un triste gilipollas de esos que todavía creen en una universidad en la que solo tenga cabida el conocimiento.