domingo, 19 de septiembre de 2010

¿¿¿Todos a la huelga???

Es curioso como con los años este término ha ido perdiendo fuerza de forma progresiva a una velocidad vertiginosa.

El concepto de huelga como medio real y posible de lucha de los trabajadores contra los abusos de empresarios, gobiernos y compañía ha ido perdiendo cada vez más valor por culpa de quienes menos se podría esperar, de los propios sindicatos que las convocan. Y ¿a que se puede deber esta aparente contradicción?, pues a que llevamos ya demasiados años viendo como fuerzas que se dicen representantes de los trabajadores se iban apegando mas y mas a los gobiernos (en especial a los que se autodenominan “de izquierdas”), cogiendo sus subvenciones y amachambrando mas y mas liberados, personas que defienden a los trabajadores y que muchos llevan bastantes años sin pisar un centro de trabajo

Pero el problema viene ahora, que es cuando esta gentuza (porque no se puede denominar de otra manera) quiere que nos movilicemos para luchar por nuestros derechos violados, derechos, a los cuales les confiamos su defensa pero que durante estos años han estado suficientemente ocupados negociando liberados como para preocuparse por prestarles la debida atención.

Pero claro, esto suscita un problema aun mayor, si la gente decide no acudir a la huelga para darle una lección a estos “chupatintas”, entonces, ¿que otra opción tenemos para defendernos de todos los ataques que nos vayan viniendo? (en este caso unos tan brutales como bajada de sueldos, congelación de pensiones y una reforma laboral completamente chapucera y ofensiva, entre otras inteligentes medidas del querido gobierno de la nación)

Por ello se plantea el dilema de que queremos hacer: ir a la huelga y bajarnos los pantalones ante los sindicatos, o no ir y bajarnos los pantalones ante todo el gobierno.

Ante esta pregunta, y aunque viole mis propios principios e ideas al hacerlo, yo elijo ir a la huelga, porque personalmente juzgo que en este caso (como desgraciadamente pasa en toda la política) hay que elegir el mal menor, y prefiero que ganen los sindicatos a que gane el aparato gubernamental que nos jode a los trabajadores día tras día.