domingo, 7 de febrero de 2010

Larga vida a la ineptitud

El otro día estaba en la cafetería de la universidad, cuando un compañero me pregunto, ¿a quien votaste tu en las ultimas elecciones?, y al contestarle firmemente que no había votado a nadie el mostró su sorpresa e indignación preguntándome: ¿pero no te das cuenta de que si no votas a nadie estas desperdiciando un derecho muy valioso por el que nuestros antepasados tuvieron en muchas ocasiones que luchar y morir?, a lo cual le respondí que tenía toda la razón, y a la vez añadí: ¿y visto el panorama que hay, no te parece más inútil votar por los candidatos y partidos actuales?.


Últimamente he descubierto una cosa, cuando me despierto por las mañanas para ir a la universidad, durante ese periodo en el que todavía no sabes ni donde estás ni que pasa, y lo único que te importa es tomarte un café para empezar a ser persona, soy feliz. Durante un corto periodo de tiempo todo va espléndidamente, todas las piezas de este puzzle al que llamamos vida parecen encajar, sin embargo y sin previo aviso, me siento en el sofá a ver la tele mientras desayuno y de repente todo cambia. Pasan delante de mis ojos miles de imágenes horrorosas de muerte y destrucción en el mundo, historias de personas que se matan unas a otras por las mayores tonterías que pudieras imaginar, gente rica que roba impunemente a los más pobres, policías que juegan con el dinero y el poder a sus anchas, así como un largo etcétera. Y después de todo esto piensas "coño que asco de vida, ¿es que nadie pone orden en este caos?", y de repente te viene una imagen a la cabeza en la que aparecen una serie de señores trajeados y sonrientes que te prometen la luna, y a cambo única y exclusivamente piden que deposites un papel con su nombre en una caja, y te dices a ti mismo "joder, que chollo, vamos a hacer lo que nos piden". Sin embargo después de hacerlo te das cuenta de que la luna que te han prometido se va haciendo cada vez más y más pequeña, hasta el punto de que solo te queda una vaga ilusión de la misma, y vuelves a poner la tele y sigue lo mismo, la gente se sigue matando, los ricos siguen robando a los pobres, hay abusos de autoridad por doquier, y además te das cuenta de que esas personas en las que has depositado tu voto y tu confianza no solo no luchan por conseguirte la prometida luna, sino que encima se dedican a guardarse cachitos de ella en los bolsillos para llevársela a casa donde nadie pueda quitársela jamás. Y entonces es cuando de verdad te das cuenta de que no sirve de nada hacer cosas por que al final (y a diferencia de las pelis de Hollywood) siempre acaba ganando el malo (vista del color que vista), y tu no vas a dejar de ser más que una marioneta al servicio de estos seres (por llamarlos de alguna manera) que orientaran tus movimientos según lo que a ellos les convenga.


Por eso, volviendo a aquel momento en la cafetería de la universidad, respondo que si, que si soy consciente de que nuestros antepasados derramaron sudor y sangre para conseguir este precioso derecho al sufragio universal, y que precisamente por eso valoro el voto de una manera tan grande, que me da igual no votar con tal de que no se lo queden aquellos mindundis ineptos a los que comúnmente llamamos políticos.