El otro día, un compañero de universidad, mientras ambos discutíamos acerca de la importancia y necesidad de lo que hoy conocemos como estado, me preguntó por qué, si tanto lo detestaba, seguía aceptando la educación que este me proporcionaba.
Este comentario me dejó por los suelo, no porque me hubiera hecho ver una indudable verdad, sino por la lástima que invadió mi cuerpo al oír esas palabras. ¿Es que realmente tengo alguna opción?, ¿acaso se me presenta la posibilidad de elegir otro tipo de educación universitaria, que no esté controlada por el estado o en su defecto por un empresa privada?
¿Qué pasa entonces?,¿ que todas aquellas personas que nos mostramos contrarias al estado y al modelo de encomia capitalista no tenemos derecho a recibir una buena educación?.
Eso es exactamente lo que les gustaría a muchos. La exclusión del que piensa diferente (le digo a mi compañero), no es una nueva aportación tuya, es una práctica que (por desgracia) lleva repitiéndose en innumerables ocasiones a lo largo de la historia.
Me niego a renunciar de ninguna de las maneras a este derecho que el pueblo ha ido conquistando tras infatigables luchas, a pesar de que sea acaparado por organismos que de ninguna manera acepto y tolero. No estamos hablando de dejar de lado algo insustancial, estamos hablando de renegar de una cosa tan importante como es la formación intelectual de las personas, únicamente por el hecho de mostrarse crítico con la gestión que de ella se realiza.
Bien me gustaría que todo cambiara, y que la educación fuera gestionada por el pueblo y para el pueblo (sin las lacras que suponen el estado y las empresas) en aras únicamente del conocimiento; pero esto (también por desgracia) es lo que tenemos que vivir en estos días, y lo que toca únicamente es seguir luchando por intentar lograr el cambio, y esta lucha empieza por formarse intelectualmente , por aprender de los errores del pasado, y así construir un nuevo modelo que se torne mejor para el conjunto de la sociedad.
Lo triste no es que este chaval con el que discutía piense que no soy congruente con mis ideales por recibir una educación que se encuentra en manos estatales, lo triste es que él intente limitar el conocimiento a solo aquellas personas que siguen ciegamente al rebaño.